Durante la denominada Semana Sangrienta de 1871, en medio de las barricadas revolucionarias parisinas, el artesano dibujante francés, Eugene Pottier (1816-1887), luchó con una escopeta en una mano, para defender el ideal republicano que soplaba sobre la capital francesa, y una pluma de ave en la otra, para escribir sus inconfundibles Cantos revolucionarios. Sin saberlo, Pottier “que murió en la miseria”, dejó levantado a su memoria un monumento imperecedero (dixit Lenin): “La internacional”, el poema que se convertiría en el himno oficial de la Segunda internacional, en 1892, y en el himno nacional de la Unión Soviética, en 1919. Crónica Musical del Día de l@s Trabajador@s.

   Si todo el mundo conoce o, por lo menos, reconoce la melodía de “La internacional”, lo que se sabe menos es que su autor, comunista convencido, afiliado desde 1867 a la Asociación internacional de los Trabajadores -fundada por Karl Marx y Friedrich Engels, en Londres, en 1864- y que firmó sin dudarlo un segundo el Manifiesto de los Internacionales parisienses, en 1870, no la dedicó a un comunista sino a un anarquista: el maestro de escuela Gustave Lefrançais. En ese contexto, la universalidad de la letra del canto de Pottier, considerada como la canción por excelencia del movimiento obrero, después de que Pierre Degeyter la musicalizara en 1888, cobra aún más sentido leída a más de un siglo de distancia:

                  ¡Arriba, parias de la Tierra!
                  ¡En pie, famélica legión!
                  Atruena la razón en marcha:
                  es el fin de la opresión.

                  Del pasado hay que hacer añicos.
                  ¡Legión esclava en pie a vencer!
                  El mundo va a cambiar de base.
                  Los nada de hoy todo han de ser.

                  Agrupémonos todos,
                  en la lucha final.
                  El género humano
                  es la internacional. (Bis)

                  Ni en dioses, reyes ni tribunos,
                  está el supremo salvador.
                  Nosotros mismos realicemos
                  el esfuerzo redentor.

                  Para hacer que el tirano caiga
                  y el mundo esclavo liberar,
                  soplemos la potente fragua
                  que el hombre nuevo ha de forjar.

                   Agrupémonos todos,
                   en la lucha final.
                   El género humano
                   es la internacional. (Bis)

                    La ley nos burla y el Estado
                    oprime y sangra al productor;
                   nos da derechos irrisorios,
                   no hay deberes del señor.

                    Basta ya de tutela odiosa,
                   que la igualdad ley ha de ser:
                   "No más deberes sin derechos,
                   ningún derecho sin deber".

                   Agrupémonos todos,
                   en la lucha final.
                   El género humano
                   es la Internacional. (Bis)

Da que pensar sobre el ciclo de la Vida y de la Historia, ¿verdad?

   En cuanto al Día internacional de los Trabajadores, en 1889, el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París, declaró el 1 de mayo, jornada internacional de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago (es decir, a los 5 sindicalistas anarquistas ejecutados, en Estados Unidos, por su participación en una huelga reivindicativa, en 1886, en defensa de la jornada laboral de 8 horas). Pero, a finales del siglo XIX, en los albores de la revolución industrial, tanto en Europa como en Estados Unidos, no se trataba de un día festivo tal y como lo entendemos hoy en día, sino de un día de reflexión, para todos, y de huelga, para muchos, en numerosos países. En 1920, la Rusia bolchevique se sumó a la comunidad internacional, e integró también al 1 de mayo como día festivo en su calendario revolucionario. Finalmente, hasta en los países católicos, se generalizó esa práctica cuando el papa Pío XII lo declaró como festividad de San José Obrero, en 1955.

   En la actualidad, el 1 de Mayo es, en la casi totalidad de los países, el Día Internacional de los Trabajadores, al considerarlo al origen del movimiento obrero, pero no siempre es festivo. Lo es en la mayoría de los países europeos, latinoamericanos y africanos así como en Líbano, China, Vietnam, Corea del Norte y Corea del Sur. En cambio, en Estados Unidos y Canadá, el Labor Day (el Día del Trabajo) se celebra el primer lunes de septiembre, en homenaje al desfile, organizado por los Knights of Labor (los Caballeros del Trabajo), en 1882, en Nueva York, y en 1884, en Toronto. Entonces, el 1 de Mayo no es festivo, pero, al ser el Día de los Trabajadores, los aumentos de salarios (cuando hay o, mejor dicho, cuando había) se suelen realizar ese día. En Japón, se celebra el Día del Agradecimiento por el Trabajo (y la Producción), el 23 de noviembre, coincidiendo con la fiesta del Niiname-sai, para agradecer las cosechas del cereal, de las judías y del arroz, después de las cosechas. Y, finalmente, en el Reino Unido e Irlanda, son más pragmáticos ya que celebran el Día de los Trabajadores el primer lunes de mayo, por razones más prácticas que simbólicas o políticas: ¡hacen puente!

   ¡Feliz día de reflexión y de acción!

PD: “La Internacional” fue traducida a casi todos los idiomas del mundo. Puedes escucharla en versión original, es decir, en francés o en español.

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