SLOW LiFE - Mi Petit Madrid * - ¡FELiZ LUNA LLENA ROSADA!

¡FELiZ LUNA LLENA ROSADA!

La Luna, el único satélite natural de la Tierra, regula las mareas, ritma nuestra vida cotidiana y siempre nos enseña la misma cara. Que sea nueva, creciente, llena o menguante, cada una de sus fases se asocia a un momento apropiado para sembrar, crecer, recolectar y labrar tanto la tierra como tu futuro. Pero ¿sabías que cada luna llena tiene nombre propio en función de las estaciones del año?

Inventados por las tribus Algonquinas, los primeros pueblos nativos de Canadá, Estados Unidos y del Norte de México, los nombres de las lunas llenas se utilizaban para designar el mes en curso como si de un Almanaque de los Agricultores de tratara. Cuando llegaron los colonos europeos, se conservó la tradición adaptando la denominación amerindia a las nuevas costumbres (impuestas).

Este mes, la luna llena podrá verse durante todo el día de hoy, Lunes 30 de abril de 2018, en nuestro santo cielo. Si, para los Algonquinos, la segunda luna llena de la primavera era “Rosada”, “Musgosa”, “del huevo”, o “del pescado” al simbolizar no solo el equilibrio (casi) perfecto entre los días y las noches sino también el renacimiento de la flora y la fauna; para la Iglesia Católica se convirtió, en 325 (d.C. obviamente), en la única referencia temporal admitida para determinar la fecha de nuestra denominada Semana Santa. Y, entonces, desde el Concilio de Nicea, es decir, desde hace 1689 años, la Pascua siempre cae en domingo, más concretamente, el primer domingo después de la primera luna llena del equinoccio de primavera… en el hemisferio norte, claro está. Se añadió el “matiz” del equinoccio de otoño, en el hemisferio sur, mucho más tarde, por razones obvias... de evangelización de las almas pre, bueno, poscolombinas.

Todo esto para decir que desde los orígenes de la humanidad, tanto la luna llena como su “desaparición” han picado la curiosidad de los pueblos de norte a sur y de este a oeste del planeta. Por miedo o por culto al satélite movedizo, sus detractores así como sus amantes esperaban su llegada con ansias de condenarla o de celebrar su grandeza. Hoy en día, en Occidente, mientras la mayoría (no siempre silenciosa) acepta que la luna ritme nuestro calendario gregoriano y nuestro reloj biológico sin agradecérselo ni tampoco reprochárselo, los adictos al astro blanquecino, celebrarán, de madrugada como de costumbre, sus rituales mágicos de rigor para aprovechar la energía cósmica y la claridad nocturna de esta noche. Unos, encenderán 1 vela blanca y otra plateada y mirarán a la Luna pidiéndole, en voz alta, un deseo. Otros, escribirán sus peticiones en una hoja de papel, encenderán 1 vela blanca (¡!), quemarán lentamente su carta (casi de amor) y tirarán las cenizas al mar (¿vale el Manzanares?). ¿Y tú?

¡Feliz luna llena rosada!

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