Ambiente agradable, comensales educados, charla distendida, buena comida, vino servido con generosidad, pero todo, a media luz. De la cocina llega un reconocible aroma a pasta “al dente”, queso fundido y otras delicias italianas. El servicio anuncia que la cena está servida. Súbitamente, alguien da un respingo. Cesa el tintineo de los cubiertos contra el plato, pero comienzan a temblar las copas de cristal. Ojos que escrutan otros ojos. ¿Quiénes son los inesperados personajes que irrumpen en la sala?

   Un diseñador extravagante y famoso acaba de morir. Allá llegan, su esposa, su hijo, su socio, su amante, y un tipo desconocido que irrumpe en el lugar del crimen, asegurando ser un compañero de colegio del pobrecito difunto. Comienza la representación de Muerte en Milán, un intrigante espectáculo, que los comensales tendrán que digerir mientras mastican su menú, basado, como no, en la cocina italiana.

   En las Cenas con asesinato, hay comensales enterados de lo que les espera, pero otros se sientan a la mesa sumidos en la más santa ignorancia. “Un plan perfecto si quieren sorprender a la pareja. Esperas una cena romántica, y te encuentras con que, además de la comida, has de resolver un crimen siguiendo las pistas, algunas verdaderas y otras falsas, que van apareciendo entre plato y plato”, cuenta el director de teatro e impulsor de esta divertida iniciativa, Daniel Aguirre (en el centro de la ilustración).

   A estas cenas, jocosamente macabras, acuden entre 10 y 16 personas, que pueden ser amigas entre ellas, o no haberse visto en la vida. Pero cabe la posibilidad de organizarlas, “solo para dos”.  Siempre en sábado, y en lo que parece un domicilio normal (de ahí la privacidad), cuyo pasillo desemboca en el llamado Secret leaving room. Un amplio comedor, al tiempo sala de estar, con una mesa de cristal, y varias puertas. Una es la de la cocina. La otra, ¿quién sabe a dónde dará?

   Es el propio Daniel quien se adelanta a los aperitivos, para explicar a los valientes comensales, que justo en este acogedor lugar, donde debería celebrarse una tranquila cena,  se acaba cometer un crimen: “Admitimos comensales a partir de 12 años. Es curioso lo bien que lo pasan familias con hijos adolescentes, por ejemplo. Yo me dedico a la animación desde hace 22 años”, explica Daniel, que descubrió este tipo de cenas en 2013, durante uno de sus viajes a Londres, donde se vienen celebrando desde los años 30.

   Los viernes por la noche, las cenas giran en torno al Cluedo, el juego de pesquisas y misterio, por excelencia. Ahí, cada convidado tiene su papel, por lo que, una semana antes, los participantes van recibiendo una serie de correos electrónicos, con las instrucciones a seguir. Se pretende conseguir una réplica perfecta y animada del legendario juego. El escenario, no es otro que la vida. La mesa es el tablero, y cada asistente se convierte en potencial sospecho de un delito como si Agatha Christie estuviera escondida en la despensa.

   Pero tranquilos. Volverán a casa, sanos y salvos. Es fácil deducir que no hay muertos escondidos, y el supuesto asesino siempre es un actor. Pero, por si acaso, no pierdan de vista sus cubiertos, especialmente cuchillo y tenedor. Mantengan cierta alerta, y giren de vez en cuando la cabeza. Puede que esas manchas rojas del mantel, no sean inocentes gotas de lambrusco. ¡Buen provecho!

                                     (De Sol Alonso, el 12 de enero de 2015)

Referencias útiles:
CENAS CON ASESiNATO

¿CUÁNDO? Los Sábados, a las 22h.

¿DÓNDE? Las cenas de los sábados se celebran en un domicilio del barrio de Salamanca, pero los actores pueden dirigirse a otros lugares como domicilios particulares, restaurantes y hoteles. 

¿CUÁNTO? 45 euros por persona; ó 40 euros si, al hacer la reserva, indicas que vienes de parte de Mi Petit Madrid. También hay tarifas especiales para grupos. 

Para saberlo todo de CENAS CON ASESiNATO, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

PD: En la ilustración, Daniel está rodeado, de izquierda a derecha, de los actores Borja Sánchez, Juan Santiago, Elena Esparcia, Jorge Muñoz, Serch Labert y Laura Esgueva.

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