“Los límites del papel son los límites de la imaginación de cada cual, que es inagotable”, según los dueños de La Dominotería, un espacio de referencia dedicado al papel artesano, situado entre la estación de Atocha, el parque del Retiro y la Plaza de Mariano de Cavia (después de varios cambios de local). Su historia es la de una familia unida que ha sabido sobreponerse a las dificultades por amor y confianza en un trabajo que, más de 20 años después, siguen viendo como “una ventana de aire fresco”.

   Todo empezó en 1995 cuando Mar Sagrado y Fernando Barba Cruz (retratados aquí a la derecha) eran un matrimonio joven con dos hijos pequeños: Fernando hijo (retratado aquí a la izquierda), quien hoy trabaja en la tienda llevando las redes sociales y la tienda online, y Mar hija, entonces una bebé de un año y hoy una estudiante de terapia ocupacional que también ha echado muchas horas en el negocio familiar.

   Fernando (padre), que había estudiado Filología hispánica y francesa y completado su formación con cursos de encuadernación, propuso a Mar abrir un negocio dedicado por completo al papel porque, como bien dice, “cuando te gusta el libro por dentro y por fuera, de ahí al papel hay sólo un paso”. La primera Dominotería comenzó su aventura en un local enorme y carísimo de la calle Cardenal Siliceo, en el barrio de Prosperidad, pero pasados 3 ó 4 meses tuvieron que abandonarlo: “Fue nuestro primer batacazo”, reconoce Mar quien tomó el timón de la tienda mientras su marido tuvo que compaginar el negocio del papel con otros empleos.

   De ahí, fueron a otro en la calle Canillas, “un pasillo”, según Fernando, que pecaba de pequeño y estrecho, y que no tardaron en dejar para instalarse en el malogrado Mercado Puerta de Toledo, en el que deambularon por otros tres puestos antes de que el gobierno de Esperanza Aguirre les acabara echando a todos a la calle. Aquel tercer golpe podría haber sido el definitivo, de no haber sido por la fuerte voluntad y la férrea convicción de seguir delante de Mar y Fernando.

   Finalmente, se instalaron en el amplio local que regentan desde hace 6 años en la calle Agustín Querol, en el que se sienten más a gusto que en ningún otro: “No nos interesa estar en una calle muy comercial, porque nuestros clientes vienen a buscarnos. Preferimos algo como esto, amplio, con almacén, patio y con facilidad para aparcar”. Después de la inauguración, se lanzaron con otras actividades complementarias a la tienda. Al principio organizaban exposiciones cada 15 días de obras relacionadas con el papel, y después de dos años “comisariando”, decidieron comenzar a impartir talleres en verano en el patio: “La idea es que vengas una tarde y salgas con tu libro encuadernado por ti mismo”, según Mar. Enfocados a adultos que quieran adentrarse en las distintas posibilidades del papel, sus talleres abordan temas concretos como los tipos de encuadernación, los tintados manuales de papel, el origami...

   Fernando y Mar son auténticos especialistas y sabios del papel. En su tienda se puede encontrar la mayor variedad de papel artesano de todo Madrid -y toda España-, con papeles hechos a mano y traídos desde Japón, Nepal, México... Entre su variada clientela “intelectualmente preparada y creativa”, según Fernando, se encuentra desde organismos oficiales (como la Biblioteca Nacional de España) a artistas, talleres o personas que quieren hacer unas invitaciones de boda o forrar el interior de un mueble.

   Fernando y Mar admiten que les ha afectado la crisis, pero no tanto como a otros sectores, porque, según Fernando hijo, con esta coyuntura económica se ha vuelto a mirar con gusto a lo artesanal: “Mucha gente, al verse sin trabajo, decidió ponerse a hacer cosas con sus propias manos. Se vuelven a llevar los objetos únicos, y no hay nada más único y original que lo que has hecho con tus propias manos”. El será la segunda generación de papeleros, y ve el negocio con la misma ilusión que sus padres, tras haberse criado entre sus suaves y texturizadas superficies.

   Por cierto, La Dominotería nunca vendió lotería ni juegos de dominó. Como explica Fernando (padre), debe su nombre -que ha creado más de una confusión- a los dominoteros, un gremio de trabajadores del papel en la Francia de los siglos XV, XVI y XVII, que incluía a todos los que fabricaban objetos en papel, como cartas para jugar, mapas o incluso los papeles que se ponían en las chimeneas. El nombre acabó derivando hacia un tipo de papel “el dominó” que tenía la característica de estar hecho a partir de la fibra de la madera, y también extendiéndose a aquellos que decoraban los papeles.

   Definitivamente, gracias a la experiencia y paciencia de sus dueños, La Dominotería ha hecho suyo el verso del poeta galo Paul Valéry: la hoja en blanco es “el lugar de los milagros”...

                                      (De María Glück, el 07 de septiembre de 2016)

Referencias útiles:
LA DOMiNOTERíA (en la ilustración)
Calle de Agustín Querol, 5
28014 Madrid
913 661 767
M Menéndez Pelayo / Atocha

Horario:
- De Lunes a Viernes: de 10h a 14h y de 16h30 a 20h30;
- Los Sábados: de 10h30 a 14h.

Para seguir los pasos (re) de LA DOMiNOTERíA, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

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