A lo largo de este mes de junio, se ha celebrado el día de la música, un concepto que va más allá de 24 horas y que se extiende por los rincones más insospechados. Lo que comenzó siendo una simple cita cultural, se ha convertido en toda una aclamación de todos los géneros y tendencias y en la oportunidad idónea para tomarle el pulso a nuestra ciudad y preguntarnos ¿cómo está la música en Madrid ahora mismo?

   No nos engañemos. Madrid ha explotado la Movida hasta límites inmorales. De la ilusión y la rabia de unos cuantos artistas a principios de los 80, se ha creado toda una fábula mitológica que se sigue vendiéndose  sin ningún asomo de vergüenza. Hoy, se hacen tours organizados, se reúnen incluso los grupos que no pertenecieron a la Movida, enarbolando orgullosos semejante etiqueta, se ensalza una época cuyo principal baluarte fue la improvisación.

   A partir de aquel momento, florecieron las salas de conciertos, los locales de ensayo, los grupos y la industria discográfica, con sus managers, sus promotores y sus ejecutivos más o menos enrollados. Madrid creció culturalmente al abrigo de la democracia, y el arte ha ido pasando por diferentes etapas en esta extraña expansión. Los jóvenes más entusiastas montaron sellos discográficos, la música comercial encontró sus naturales cauces en radiofórmulas y discotecas; y el underground, silencioso y con altibajos, sobrevivió hasta nuestros días.

   Para calibrar en qué momento estamos, se lo he preguntado a Lois Brea de Trajano!, Marta Fierro, más conocida como Eme dj, Manuel Rodríguez de Rusos Blancos, y Santi Castillo de Templeton (retratados, en la ilustración).

LA ERA DE iNTERNET O LA iNDUSTRiA POST-MOViDA
   Los chicos de Trajano!, uno de los grupos más molones a día de hoy, que se ha convertido en referente musical de toda una generación preparada y desencantada por igual, conjugan sonido e imagen de primer orden, lo que les ha valido estar invitados en todas las fiestas de Madrid, asistir a los saraos más punteros y personificar ese aire “arty” tan en boga en la música… Lois, el guitarrista y cantante del grupo madrileño, se pronuncia así: “Hay muchísimas más oportunidades para un grupo de las que había en los 90 y la oferta se ha diversificado ampliamente. Los grupos comienzan a retroalimentarse de las escenas locales y ya no miran fuera de nuestras fronteras como única influencia. Por otra parte, la edad media tanto del público como de los propios miembros de las bandas ha bajado sensiblemente. El asistente medio de los festivales y salas de conciertos ya no ronda los treinta y tantos”.

   En efecto, el público es cada vez más joven y también más amplio gracias a internet y a la democratización de la cultura, que hoy resulta especialmente accesible. Pero Marta Fierro o Eme dj puntualiza: “Sí, pero teniendo internet que nos ofrece muchísima música nos quedamos con lo básico, con lo masticado. Antes investigábamos más. La gente ahora valora menos las cosas, sobre todo en lo musical. A los festivales la gente no va por los conciertos, va por la fiesta”. Sí que es verdad que se detecta cierta dejadez en Madrid.

   ¿Pero al menos la música genera movimiento, cultura y dinero? La visión de la discjockey es totalmente desalentadora en este sentido: “Es una industria que se ha renovado completamente y ahora la mayoría de promotores son chavalitos jugando a ser profesionales que tratan muy bien al público pero muy mal a los artistas. Buscan DJs que muevan gente, que monten un buen espectáculo: un show con gogos, enanos, pintura, un DJ que provoque pogos y agite los brazos… pero dejando la música de lado. Pagan muy mal a los profesionales, pero ofrecen al público miles de descuentos, listas, etc. Tienen muchísimos RRPP para las listas a los que también pagan fatal. Si a esto le unes la cantidad de chavales que juegan a ser DJs y pinchan gratis a cambio de aparecer en el cartel… te puedes hacer una idea de lo dañino que es, porque a la larga no se valora a los profesionales”. Visto así resulta desolador.

SUBVENCiÓN VERSUS iMPROViSACiÓN
   La queja de los grupos va en una dirección parecida. Manuel Rodríguez, el cantante y letrista de Rusos Blancos, afirma que “en Madrid, desde hace unos años, se persigue la música en directo. No es que no se den facilidades, sino que se le ponen todas las trabas posibles: cierran salas, reducen aforos, recortan horarios, deniegan permisos... ¡Si hoy en día es necesario sacarse un carnet hasta para tocar la guitarra en la calle y pasar la gorra!”. Los artistas no esperan que se les dé apoyo institucional, pero, obviamente, tampoco van a celebrar que se les quite cualquier ayuda.

   En cuanto a Santi Castillo, el guitarrista de Templeton, uno de los grupos con más renombre (y éxito) de la independencia musical, entiende la música como una mera afición, quizá lo más sano a la hora de abordar la situación actual: “Para los que traten de hacer de la música su forma de sustento, algo que respeto y, en algunos casos, admiro, la cosa es muy dura. Todo el mundo conoce las medidas que se están adoptando en la esfera de la política y el daño que están haciendo a la industria cultural, pero a la vez considero peligroso el maridaje entre poder y cultura y tengo mis reservas a la hora de apoyar las subvenciones a artistas. Defiendo las inversiones en educación y formación, pero no los artistas “asalariados” públicamente".

   Sin embargo, la industria musical abarca mucho más que lo meramente artístico. Las salas de ocio están también en un momento durísimo, en el que hay competencia, problemas como los lateros orientales o infinidad de trabas burocráticas. Programar, organizar y gestionar lugares de interés musical, se ha convertido en un imposible en Madrid.

   Yo misma he percibido cierta desazón a la hora de decidir qué hacer una noche de fin de semana en nuestra ciudad… Las opciones se vuelven impersonales, masivas, demasiado dirigidas y con poco margen para la sorpresa. Los conciertos son siempre de grupos y teloneros afines entre sí, y centrados en escenas muy cerradas. Los sitios con licencia para abrir de madrugada, como la sala Siroco, resultan demasiado caros. La programación de las discotecas se centra más en la mera "fiesta" que en el contenido, y cuando se contratan discjockeys de renombre, se "recorta" en otras cosas (u otros días y otras sesiones).

   Tanto igual sucede con discográficas y empresas del ramo, que vivieron hace ya años su particular desplome y hoy sobreviven desde la independencia o bien a base de productos 100% comerciales o subvencionados.

   Si bien es verdad que Madrid cuenta con ciertas citas de relativo interés (el Día de la Música, el MulaFest, o el Dcode), no dejan de ser citas puntuales y uniformes antes que el sentir de una generación como se hace eco Lois, de Trajano!: "En los últimos años, se ha generado una "élite" musical que copa la mayor parte de la oferta, en parte, por culpa de los promotores y, en parte, por la reticencia tanto de las discográficas como de esos mismos grupos de ampliar sus horizontes y arriesgar. El asentamiento de estos grupos asfixia a los grupos más pequeños, empeora la diversificación de la escena y fuerza a las nuevas bandas a ser ellas las que hagan el trabajo de apertura, lo cual tiende a resultar mal por la falta de medios".

A MODO DE EPíLOGO: SHOW MUST GO ON!
   Según Lois, “La única opción para que nos convirtamos en una escena internacional pasa por empezar a demostrar al resto del mundo que estamos aquí para quedarnos y para cambiar la historia de la música para siempre". No resulta esperanzador, pero sí realista como Santi de Templeton cuando dice: "Puede que la cosa no esté fácil para los grupos en Madrid, pero si vieseis lo de Torrelavega (de donde soy yo) o la mayoría de lugares alejados de la capital... os echaríais a llorar”.

   No les falta razón. Por lo menos, aquí, "suceden cosas", hay cierta inquietud y movimiento a pesar de que quienes tienen cobertura mediática no son este tipo de músicos, sino, por ejemplo Kiko Rivera (Paquirrín), que cobra cantidades astronómicas por bolo, y que no permite preguntas personales en las entrevistas, dando a entender que su interés radica en su (más que cuestionable) aportación musical. Los medios y las salas, con mero interés mercantilista, aprovechan este tipo de “fenómenos” (en el peor sentido de la palabra) para sacar tajada de una sociedad sin rumbo y a menudo perdida.

   Por supuesto, que tiene que existir una cultura comercial y fácil, aunque solo sea para desmarcarse de ella... pero tengo la sensación (y me temo que no soy la única) de que Madrid vive anestesiada por una situación especialmente dura y acomodaticia. Ya no hay espacio para la improvisación, y la capacidad de sorpresa, que tanto veneramos en la sobadísima Movida, está muy lejos.

   Afortunadamente, todo es cíclico y Madrid es una de las ciudades más abiertas y cosmopolitas del mundo, con lo que es más que plausible que pronto nos toque vivir de nuevo una época de aperturismo que incentive, los 12 meses del año, uno de los más nobles pasatiempos: la música, el canto por excelencia a los sentimientos.

                                                                  (De Diana Aller, el 30 de junio de 2014)

Referencias útiles:
Antes de escucharles en vivo, conéctate a las redes sociales de Trajano! (también en Facebook y Twitter), de Eme dj (también en Facebook y Twitter), de Rusos Blancos (también en Facebook y Twitter) y de Templeton (también en Facebook y Twitter), para seguir sus pasos musicales. Y ¡siente la música!

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