Su nombre es tan original como su voz y su apellido tan imposible como los registros que alcanza. Björk Guomunsdóttir (Reikiavik, 1965), la reina de la electrónica, del dance, del pop vanguardista, del jazz y de cualquier estilo que se le ponga por delante, vuelve a dar la nota con “Biophilia Live”, un sorprendente e inclasificable espectáculo audiovisual, que llega este fin de semana a la Cineteca de Matadero Madrid.

   Grabado en directo en 2013, en el Palacio Alexandra de Londres, “Biophilia Live” es toda una declaración de intenciones. La ópera o híbrido de película-concierto, dirigida por Nick Fenton y Peter Strickland, forma parte del proyecto musical más ambicioso de la artista islandesa, donde hombre, naturaleza, música y curiosidad tecnológica conviven -por extraño que parezca- en armonía. Porque nadie, excepto Björk, es capaz de unir una medusa con un ritmo electrónico o un virus a una canción de amor y que el resultado desprenda magia.

   Gracias a su creatividad sin límites, la compositora ha rizado el rizo con “Biophilia”. Lo que empezó siendo su octavo disco de estudio en 2011, un concierto fascinante en 2013 y una película a principios de 2014, es también una obra de arte interactiva con aplicaciones multimedia, basadas en datos científicos e imágenes de la NASA, un proyecto educativo que ya se ha integrado en algunos planes de estudios nórdicos y europeos, instrumentos musicales inventados y hechos a medida para el show, y un documental que une a Björk con uno de sus ídolos adolescentes, el científico David Attenborough, en una charla que gira, como no, sobre las conexiones entre el sonido de la música y los fenómenos naturales.

   Al descubrir que, de jovencita, en su carpeta, lejos de lucir imágenes de actores o modelos, Björk hubiera preferido poner fotos de Einstein, es fácil entender que hablamos de un ser diferente. Innovadora, independiente, extravagante y única, su imagen impactante ajena a los cánones ¿establecidos?, su sabiduría a la hora de rodearse de genios y su empeño en compartir su obra y transmitir con ella sus ideas sobre la maternidad o la defensa de los océanos, la convierten en una rara avis, una especie de científica musical con toques de visionaria y reminiscencias de Bach, que despuntó cuando apenas levantaba unos palmos del suelo.

   Hija de una ecologista y un electricista, la separación de sus padres, poco después de su nacimiento, hizo que apareciera en su vida un músico, su padrastro Svaer Arnason, conocido como el Eric Clapton islandés. Cansado de escuchar a una niña de 3 años que cantaba sin parar los temas de “Sonrisas y Lágrimas”, la animó a estudiar música, y entre el sonido Hendrix y Joplin que le ponía, y el jazz y la música clásica que hacían sonar sus abuelos, el oído de Björk se fue formando. Con 5 años, la pequeña ya tocaba la flauta con soltura, con 9 gastó sus primeros ahorros en 2 discos: “Kimono My House” de Sparks y “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” de The Beatles, y con 11 dio el pelotazo cuando cantó “I love to love” en una fiesta escolar y la grabación llegó a la radio encandilando a un país y de paso a varias compañías discográficas. Así, con su padrastro a la guitarra y en pleno arranque de la pubertad, Björk grabó su primer álbum homónimo con versiones de Stevie Wonder o sus queridos Beatles.

   Fue prematura, está claro, y con 15 años ya se había titulado en piano clásico y había pasado por varias bandas de punk, desde la primera Spit and Snot, donde tocaba la batería, a la gótica KUKL con la que alcanzó la mayoría de edad y que años después se convertiría en The Sugarcubes. Este grupo la dio a conocer al mundo y de paso le trajo su primer hijo, Sindri, fruto de una relación con su compañero de banda Thor Eldon. Así, el 8 de junio de 1986, una veinteañera Björk se convertía en madre y “los terrones de azúcar” quedaban oficialmente inaugurados. El grupo, como la pareja, pasó varios altibajos, y a medida que ella fue creciendo la banda fue agonizando, hasta que en 1992 la cantante se mudó a Londres y los Sugarcubes desaparecieron.

   En su estrenado hogar, Björk buscó nuevos horizontes musicales y sobre todo alguien que supiera plasmar su particular universo. Nelle Hooper, productor de Madonna, U2, Gwen Stefani y por entonces Massive Atack, fue el elegido. Con él, empezó el ascenso a los cielos de un ángel con voz celestial y fuerza sobrenatural y Björk se dio otra oportunidad que borró su disco preadolescente al titular “Debut” (1993) a su primer álbum oficial, cuyo single “Violenty Happy” nos hizo bailar a todos y superó los 3 millones de copias cuando la discográfica One Little Indian -con la que la compositora sigue hoy en día- había previsto vender unas 20.000. El fenómeno Björk no había hecho más que empezar.

   Para su segundo álbum “Post” (1995), la artista volvió a juntarse con grandes de la música y la imagen como el fotógrafo y director francés Stephane Sednaouie, autor de videoclips tan conocidos como “Give it away” de Red Hot Chili Peppers y como no, de la portada del disco de Björk; el músico de trip hop Tricky, que se convirtió en su pareja sentimental durante un tiempo; el director y productor Spike Jonze, que imaginó su mundo para el vídeo “It’s Oh So Quiet” (como lo haría también en 2002 para “It’s in our hands” (Greatest Hits) y en 2005 para “Triumph of a Heart” (Medúlla); y el Dj Goldie con el que también compartiría vida y casa. Pero, en 1997, un admirador obsesionado por la talentosa cantante intentó matarla con un paquete bomba y, al no conseguirlo, se suicidó ante una cámara, dejando todo grabado para horror de la artista, que se refugió en España huyendo de la presión mediática.

   Atrás quedaron las investigaciones policiales, Goldie y un Londres manchado de sangre, y Björk, instalada en Málaga, grabó su siguiente trabajo “Homogenic” (1997) -uno de sus álbumes más oscuros-, en los Estudios El Cortijo de San Pedro Alcántara. Anónima en el sur, Björk invitó al ex Pata Negra, Raimundo Amador, a su estudio y de su encuentro salió el tema “So Broken” -incluido sólo en la versión española-, para muchos su mayor quejido ante la terrible muerte del fan. Junto a Amador, otros nombres colaboraron en el disco, como el ya fallecido modisto Alexander McQueen, que diseño la portada, y los realizadores Michel Gondry y Chris Cunnigham, que dieron el perfecto envoltorio visual con sus videoclips a los temas “Bachelorette” y “All is full of love”.

   Ahora, le quedaba por poner a prueba su talento en la pantalla grande, y eligió al polémico director danés Lars von Trier para mostrar sus dotes dramáticas al mundo y a la crítica. A pesar de la dura e intensa relación entre actriz y director -dicen que cada mañana Björk le saludaba escupiéndole a la cara para demostrar su desprecio-, el éxito de “Bailando en la Oscuridad” fue total y la compositora se llevó la Palma de Oro a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes del año 2000 y una nominación al Oscar por el tema “I’ve Seen it All”, junto a Thom Yorke de Radiohead.

   Su vida (¿como la de cualquier creador?) ha ido marcando el contenido de su obra. De su etapa dance londinense y su duelo español pasó al intimismo neoyorkino que marcaría “Vespertine” en 2001 y, luego, a la esencia de “Medúlla” en 2004, íntegramente vocal. Con “Volta” en 2007 recuperó el contacto con el público después de más de un lustro sin conciertos y sumó nuevos amigos a su interminable lista de geniales colaboradores. Como Antony Hegarty -de Antony and the Johnsons- o los ya conocidos Michel Gondry y su eterno productor Mark Bell, pionero de la música electrónica, que la acompañó desde “Homogenic” y que murió hace apenas unos días después de una operación.

   Björk ha sabido construir un mundo en el que reflejar su intensa y polifacética personalidad. Además de ser la chica de cara esquimal que situó en el mapa Islandia, también es la que, en 2000, estuvo a punto de recibir en usufructo la isla de Ellioaey como agradecimiento del entonces Primer Ministro islandés, Daviò Oddsson; la que, poco después de su “Debut” (1993), rechazó conocer cara a cara a la mismísima Madonna -a pesar de su insistencia-, para la que había compuesto a distancia “Bed Time Story” de su álbum “Erótica”; la que en 2004 arrasó como un mar embravecido en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Atenas con un vestido tan grande como un estadio que, a modo de olas, cubrió a los atletas; la artista comprometida que donó a UNiCEF lo recaudado por “Army of Mixes” (2004), un álbum de versiones caseras, realizadas por fans como respuesta al tsunami del Sureste Asiático; la enamorada que compuso la banda sonora de la película “Drawing Restraint 9” (2005) de su actual pareja, el artista Matthew Barney y padre de su hija Isadora (2002); la humilde que, recordando sus comienzos, volvió a reunirse en 2006 con su antigua banda The Sugarcubes para endulzar y sacar de la quiebra al sello discográfico que los había visto nacer; la excéntrica que se enfundó un cisne como traje para la alfombra roja de los Oscar y luce diseños imposibles y pelucas del tamaño de 2 guardaespaldas; y la que fue capaz de vivir durante años en un barco, convertido en estudio de grabación, anclado en aguas de Nueva York.

   Sí, Björk es una de las mujeres más influyentes de la música, una de las mejores voces de todos los tiempos, que pone la misma pasión en crear el mayor de los espectáculos que en entender el más ínfimo de los átomos.

                                        (De Lidia Martín, el 22 de octubre de 2014)

Referencias útiles:
BiOPHiLiA LiVE (THE FiLM)

¿CUÁNDO? En octubre, el Viernes 24, a las 20h30; el Sábado 25, a las 18h30; el Domingo 26, a las 20h30; y el Viernes 31 a las 22h30. En noviembre, el Sábado 01, a las 18h30, y el Domingo 2, a las 18h30.

¿DÓNDE? En la Sala Azcona de la Cineteca
En Matadero Madrid
Plaza de Legazpi, 8
28045 Madrid
915 177 309
M Legazpi

¿CUÁNTO? 3,50 euros aquí.

Para saberlo todo sobre BiOPHiLiA THE FiLM, conéctate a la web de BJÖRK (también en Facebook y Twitter).

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